Las semillas nativas y criollas son nuestro bien más preciado para alcanzar la soberanía alimentaria. Todas y todos tenemos derecho a cultivar nuestros propios alimentos nutritivos: es un derecho básico como ciudadanos del mundo. Las abuelas y abuelos han preservado las variedades nativas durante siglos sin patentes ni nada que haga su distribución especialmente lucrativa.
Nuestros antepasados intercambiaban, regalaban y dejaban como herencia sus colecciones de semillas simplemente por los deliciosos y hermosos frutos que daban. Pero el valor de nuestras semillas no es únicamente alimenticio. Protegerlas significa preservar nuestros conocimientos tradicionales y nuestra cultura, así como garantizar la resiliencia de los ecosistemas y la biodiversidad.
Semillas nativas
Las semillas son denominadas nativas o autóctonas cuando son cultivadas en la misma biorregión donde surgieron por primera vez. Las familias de plantas domesticadas de las que dependemos para alimentarnos se cultivan desde hace al menos 2000 años, y en el caso del maíz, desde hace 5000 años.
Muchos estudios consideran que el 90% del trabajo del mejoramiento genético del maíz ya había sido realizado por los Mayas y los pueblos originarios antes de la invasión. Estas civilizaciones empezaron trabajando con el teocintle, el antepasado del maíz, el cual domesticaron durante milenios hasta conseguir una enorme variedad de este alimento tan esencial para la dieta mesoamericana.
Semillas criollas
Las semillas criollas son aquellas que se cultivan en una biorregión en la que no se originaron, pero a la cual se han adaptado, a veces a lo largo de cientos de años. Durante este proceso de adaptación, estas semillas han desarrollado características únicas, lo que ha dado lugar a muchas variedades diferentes de una misma especie.
Cada vez que cultivas una variedad diferente a la de tus vecinos, estás contribuyendo a la biodiversidad agrícola de tu región y de tu comunidad.
Polinización abierta
Las semillas nativas y criollas son semillas de polinización abierta, es decir que los insectos, pájaros, el viento o la misma estructura de la planta le permiten fertilizarse y propagarse. Estas semillas pueden almacenarse y cuando las vuelvas a plantar contarán con las mismas características de la planta madre. Las semillas nativas y criollas de polinización abierta suelen adaptarse mejor al clima local y tienen más diversidad de sabor, textura, tamaño, color y forma.
¡Cuidado!
No se debe confundir la categoría “nativa” o “criolla” con la etiqueta “orgánica”. La certificación orgánica se ha convertido con el pasar de los años en una estrategia de venta para las grandes empresas agrícolas. Los ministerios y departamentos de agricultura alrededor del mundo suelen permitir que las empresas clasifiquen las semillas híbridas como orgánicas aunque no se puedan volver a sembrar. Además, muchos cultivos son considerados “orgánicos” siempre y cuando hayan sido rociadas con pesticidas y fertilizantes químicos en menores cantidades a los cultivos convencionales.
Semillas híbridas y transgénicas
Las semillas híbridas son el resultado del cruce de dos variedades de plantas para crear un nuevo tipo de planta que presenta características deseadas de cada planta madre. Aunque estas semillas parecen ofrecer muchas ventajas para el mercado y el comercio a gran escala, su principal defecto es que no se pueden reproducir fielmente, es decir que la planta descendiente no es igual a la planta madre y sus características genéticas van degenerando con cada cosecha.
Las semillas transgénicas han sido modificadas genéticamente en un laboratorio para garantizar que las plantas resultantes presenten ciertos rasgos deseados de forma uniforme. Estas semillas son infértiles y después de la cosecha, debes volvérselas a comprar a las grandes multinacionales.
La mayor parte de las semillas que pueden guardarse están desapareciendo. Las semillas híbridas y transgénicas cuentan con mucha menos diversidad genética en comparación a las plantas de polinización abierta. Además, las semillas transgénicas contaminan sus parientes silvestres, nativos y criollos, poniendo en peligro la biodiversidad.
¿Las semillas nativas y criollas son mejores que las híbridas y transgénicas?
Hay mucho debate en torno a este tema. Ciertamente, las semillas híbridas y transgénicas tienen muy mala reputación en la comunidad agroecológica internacional. Sin embargo, se trata de un tema complejo con siglos de historia.
El rendimiento superior de las semillas híbridas y transgénicas se debe a las condiciones de cultivo comerciales óptimas, grandes cantidades de fertilizantes con alto contenido en nitrógeno, herbicidas, pesticidas y un clima perfecto. En condiciones inferiores a las óptimas, las variedades de polinización abierta adaptadas a la región pueden rendir tanto o más que la mejor semilla híbrida. En un buen año de cosecha, puede ser que los que plantan híbridos tengan un mayor rendimiento. Pero en un mal año, los que plantan una variedad de polinización abierta suelen ser los únicos con al menos algo de rendimiento.
Lo más inquietante sin embargo es que las semillas híbridas y transgénicas han invadido el mercado, y las grandes multinacionales están buscando imponer sus semillas como la única alternativa… Y no nos quedará de otra que comprar el paquete completo de fertilizante y pesticida químico necesarios para una cosecha exitosa.
Estas enormes empresas agroquímicas han privatizado la genética de casi todas las semillas alimentarias, y ahora muchos cultivos convencionales cuentan con calorías y nutrientes de baja calidad. Sin embargo, estas empresas históricamente le deben todos sus ingresos al trabajo de los pueblos originarios de todo el mundo. ¡Para que sus patentes de genes fueran realmente válidas, estas empresas industriales de semillas tendrían que cultivarlas desde cero a partir de plantas silvestres durante miles de años! Por eso denunciamos la codicia y el despojo de la herencia genética que sin egoísmo se había compartido por miles de años entre familias y civilizaciones.
¡Ayúdanos a preservar el tesoro biológico de nuestra tierra! ¡Guarda tus semillas y cultiva tus propios alimentos! Por medio de la educación y la conservación de semillas, estamos luchando por rescatar nuestro patrimonio biogenético.
Fuentes adicionales: permaculturenews.org, livingpermaculturepnw.com